Estupefaciente...

No entiendo que pasa conmigo, no entiendo que hago aún esperándola, atento a que cualquier momento pueda llamar o quizás pueda cruzar en una calle. Soy muy patético, cobarde, iluso y hasta estúpido y todo lo que se pueda decir.

A veces me quedo esperando por horas, algunas veces por días para que tan solo llegue el instante de poder verla, solo verla. Imagino que llega, sueño despierto y hasta a veces me pierdo por completo en el trabajo y me dan algunas lagunas mentales, que inútil personaje me veo en esos momentos. Aunque algunas veces trate de disimular sus actitudes: su medio social, su actitud de crueldad, su manía de no aferrarse a nada, su creencia que todo es uno y no es uno sin ella, pero que carajos, al final siempre olvidamos eso a la luz de una vela; y otra vez sigo esperando horas, y para lo peor sigo disimulando.

Y llega una noche más de mierda, donde como un cobarde lobo voy a buscar a esa caperucita roja que me espera con un arma cargada de todo argumento que pueda destruirme, que pueda botarme a hablar con mi soledad y destrozarme en mi cuarto.

Llega una noche más y era la misma rutina, de salir y disimular que nos vimos por casualidad, caminando entre la llovizna que callo ayer en mi ciudad, me encontré con alguien muy extraño, no se si lo recuerdo muy bien, pero ya lo había visto hace bastante tiempo. Me tomo del cuello y me dijo toda grosería inventada sobre el mundo: – Sabes que ya te ha olvidado, la última vez que nos vimos no eras tan cobarde, y ahora que te veo con tantas cosas, no entiendo a que le temes.

Me bota al suelo y solo me deja respirar unos segundos para volver a gritarme, siento las luces cortantes de la avenida que no tienden a tratar de ayudarme, trato de gritar pero sigo siendo ese cobarde que quede después de todo lo que hicimos.

- Olvidaste lo que eras... a que le temes... siempre soñaste y siempre lograste cumplirlo, porque rompes tus sueños para darle de volar y comer, ya hiciste bastante, es tiempo de salir a cosechar y si el terreno esta muerto y no florece nada, es mejor buscar nuevas tierras y recoger lo que aun te sobra. – Luego de recibir los golpes más certeros dentro de mi vientre, intente lograr pararme, lo mire a los ojos y pude reconocerme, seguí caminado mientras él se quedaba atrás solamente respirando muy agitado por tan tremenda paliza que me había propinado, las lagrimas eran inasequibles, había consumido mucho ESTUPEFACIENTE sentimental, sin darme cuenta que ya era un adicto a eso, que solamente ella podría calmar la dosis, otorgándomela paso a paso.

Por fin, entendí algunas cosas, encontré un pedacito de paz en mi vida, supere 14 fantasmas, 3 complejos, 7 miedos, 2 copas de vino, un hermano traidor y fotografías que llevaba en el estuche pequeño de mi guitarra, pero ahora solamente estarán ahí, en esa maleta obscura de pesatumbas, solamente ahí. Hoy, después de mucho tiempo logre pestañar, hoy que me veo desnudo, quizás aferrado, quizás todavía a algunos recuerdos que tengo que superar, pero hoy pude des fragmentarme, mirar mis alas que estaban metidas en un cubilete, esperando a ser jugadas, hoy pude sacarlas y abrazarlas, limpiarlas y llorar, cubrirlas de calor, volver a ponerlas donde estaban, en mis sueños, en mi camino, en mi soledad.